La comisionada de la SEC, Caroline Crenshaw, ha emitido una opinión disidente en relación con la reciente postura de la agencia sobre los memecoins. Según Crenshaw, la definición vigente resulta vaga y puede ser malinterpretada, ya que, aunque se presenta a estos activos como meras tendencias culturales orientadas al entretenimiento y la interacción social, en realidad se crean como instrumentos financieros destinados a generar ganancias. La comisionada argumenta que, en muchos casos, los memecoins podrían cumplir con el test de Howey, puesto que su rentabilidad depende de la coordinación y las gestiones de desarrolladores y promotores.

El debate se ha intensificado en medio de varios episodios de estafas, hackeos y lanzamientos controversiales, incluidos algunos liderados por figuras políticas, que han puesto en entredicho la viabilidad a largo plazo del sector. Ante esta situación, reguladores y legisladores en Estados Unidos están buscando métodos para reordenar el marco normativo en torno a estos activos. Por ejemplo, tras el lanzamiento de un memecoin respaldado por un expresidente, diversos legisladores, entre ellos Elizabeth Warren, han pedido investigar posibles conflictos éticos. Además, se ha anunciado la preparación de un proyecto de ley en el Congreso —bajo el nombre de la Ley MEME (Modern Emoluments and Malfeasance Enforcement Act)— que prohibiría a los funcionarios, así como a sus familiares, patrocinar o respaldar estos activos.

Paralelamente, expertos legales sugieren que la regulación podría trasladarse a organismos como la CFTC, esperando que en el futuro próximo se establezcan normativas más claras y definitivas sobre los memecoins. En definitiva, la divergencia de opiniones dentro de la propia SEC subraya la complejidad de encuadrar estos instrumentos en una categoría única, mientras se intensifica el debate sobre la mejor manera de proteger tanto a los inversores como la integridad del mercado.